28/4/20

límites



yo conocí un río, destruido por algunos millones de pesos.
era la época de los ajustes y a nosotros, pobrecitos
los pantalones nos quedaban grandes
había que hacerle un agujero más al cinto
o raspar la olla, al más triste estilo Chaplin
para ver si podíamos comer
al menos, los cordones, las suelas de las botas de los canas
cuando repartían palos y balas de goma.

yo conocí ese río que, dividía la ciudad en dos
entre los que podían ser salvados
y los que no
y yo, no podía ser salvado
me encontraba en el lado marginal de la ciudad, pero
igual amaba al río.

un día cayeron los árboles, volaron los pájaros, dejaron sus nidos
y la ciudad cambió, como cambian el foco de algún cuarto, como se cambia el sol
el medio ambiente o los ecosistemas
como se cambia todo hoy en día.

si un árbol cae en la ciudad, entre el tanto tránsito de gente ¿hace algún ruido?
¿es más fuerte el eco de los árboles cayendo que la topadora que los derribó?
¿son más sonoros los cacerolazos de los ciudadanos que la lluvia de balas de la ley?

yo camino, sin descanso, con este agujero en la media
por las calles del olvido, de la desmemoria
tratando de recuperar mi juventud
la que, por decreto, me quitaron.

por el río corrió sangre, corre y correrá mañana
mientras las balas sigan cayendo, como lluvias de dios.




(de Casa rodante, 2019)

















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